Ya te avisé en el artículo que le dediqué al Blockhause-13, el búnker de la Guerra Civil situado en Colmenar del Arroyo, que te hablaría del lugar donde nos alojamos.
Siempre digo que lo único que necesitamos cuando hacemos una escapada es un lugar para dormir, sin grandes lujos. Pero cuando además encuentras todo lo necesario para sentirte como si volvieras a casa, el viaje cambia de principio a fin. Viajar es genial, pero la sensación de volver a casa es realmente mágica. Imagínate volver de cada uno de los descubrimientos del día y llegar a un lugar en el que toda la familia se siente como en su casa. Ideal, ¿verdad?
Uno de los lugares donde nos hemos sentido como en nuestra propia casa, ha sido en Navalagamella, concretamente en los Apartamentos La Aldaba.
Navalagamella es un pueblo de la Sierra Oeste de Madrid. Se encuentra situado muy cerquita de Robledo de Chavela y Fresnedillas de la Oliva, municipios muy conocidos desde el establecimiento de antenas de comunicación de la NASA. En Fresnedillas de la Oliva crearon además el Museo Lunar. Y en Robledo de Chavela podrás visitar el Madrid Deep Space Communication Center, con un pequeño museo, pero sobre todo con 3 grandes antenas, una de ellas imponente. Sólo con verla, te sorprenderá.
Situado muy cerca de Ávila, para nosotros los alojamientos La Albaba eran un lugar estratégico para visitar el castañar de El Tiemblo, bosque del que ya te hablé en otro post porque nos enamoró. Súper recomendable la visita.
Cuando vas con peques, aunque no es indispensable una mini casita, viene fenomenal tener una nevera, un microondas y todo lo básico para poder apañarte con los enanos. Porque con ellos nunca se sabe.
Cuando abrimos la puerta del apartamento y vimos que teníamos todo lo básico para vivir allí unos días, cada uno se distribuyó por un lugar de la casa para reconocerla y elegir su rincón. El enano se fue a probar el sillón y dos sillas que hay en la habitación a su altura, probó la cama… La mayor estuvo inspeccionando el rincón de juegos y de lectura. Enseguida los juegos estuvieron encima del sillón preparados para jugar. ¡¡Y es que los niños no pierden ni un minuto!! El papá y yo estuvimos mirando los rincones, y la cantidad de detalles que había en cada pared. Muy muy acogedor.
La cantidad de detalles que tiene la casa, te hacen fácil sentirte como en tu hogar. No es una casa a la que le han puesto lo necesario para sobrevivir y “apañarse”, sino que le han puesto cuidado y mucho mimo. No hay ningún detalle puesto al azar. Las paredes, las lámparas, los adornos de encima del aparador, incluso la vajilla, está puesto con mucho cuidado. Cuando viajas y llegas a un lugar donde te sientes cuidado, no tiene precio. Añadiendo además el trato de Virginia, a nosotros y a los pequeños.
No sé si te pasa, pero hay lugares preciosos pero donde no saben cómo tratar a los pequeños, y eso les hace perder mucho encanto. Este no es el caso. Virginia, que fue la persona que nos atendió, desde el principio tuvo en cuenta a los niños, intentando que los cuatro estuviéramos cómodos. Aunque el lugar estaba lleno de detalles, y con un pequeño de menos de 2 años, podía temer por la seguridad de los muebles antiguos restaurados, para nada la vimos sufrir. Al final de la estancia, conocimos a sus padres y, tanta era la cercanía y el trato, que mi pequeño quería quedarse con el abuelo ;). Nos faltó conocer a Almudena, que luego Virginia nos contó que los apartamentos los gestionaban las dos hermanas. Para otra ocasión te conoceremos, Almudena.
El apartamento consta una habitación, un salón con cocina americana, con un sillón cama y un servicio totalmente equipado. ¿Qué más se necesita para pasar unos días? Pues lo fundamental cuando viajas: ¡¡¡unas camas cómodas!!! La cantidad de hoteles y alojamientos chulísimos, pero en los que no hay quien duerma. Tengo que decir que en los alojamientos La Aldaba, descansamos súper bien. Eso sí, la habitación da a un patio y al interior del pueblo y no hay nada de ruido. El sillón cama está en el salón, que da a la calle principal, y hay bastante movimiento hasta que llega la medianoche.
Los apartamentos están situados en una zona muy céntrica del pueblo. Eso permite que después puedas hacer algo de turismo por el interior del pueblo. Un sitio que nosotros siempre pisamos, vayamos a donde vayamos, es el parque. Y Navalagamella no iba a ser menos. Buscando el Mirador del Hondillo que Google Maps me daba a muy poca distancia, nos topamos con un lugar irresistible para los enanos: el parque de la foto. Y además tenía columpios para varias edades. Te puedes imaginar que ya no llegamos al mirador, se hizo de noche antes. También lo dejamos para otra ocasión. Que este rato era para los enanos.
El pueblo tiene la iglesia, que se ve súper bonita, a la entrada del pueblo. La ves al llegar en coche. Para llegar andando desde el centro hay una tirada con niños, y está al lado de la carretera. Nosotros optamos por dar una vuelta por el centro del pueblo y acabamos en la plaza. Destaca la Torre del Reloj y, por supuesto, para los peques, la fuente.
Lleva a los niños a algún sitio con agua, ¡y triunfas! Aunque sea un charco 😉
Al día siguiente optamos por hacer excursiones por pueblos cercanos. Otra opción habría sido acercarse a Ávila, que queda a menos de una hora. O también hacer alguna ruta por el pueblo. Fuimos en octubre y no había llovido nada desde abril o mayo. Virginia nos dijo que en primavera, que hay más agua, la Ruta de los Molinos es preciosa. Lo dejamos para otro momento. Además, al volver, Nadia de Familias Disfrutonas, me invitó a que leyera su post sobre la excursión y me encantó. ¡Habrá que ir en otra época! Tengo unas cuantas cosas apuntadas en mi cuaderno viajero para la próxima estancia por allí 😉
Tienes apartamentos tanto en la parte de arriba, que hay que subir escaleras, como en la parte de abajo. A los apartamentos inferiores se accede por una rampa, ideal para carritos, personas con discapacidad o con movilidad reducida. Virginia también nos chivó que ya ha habido unos cuantos niños que se han lanzado a andar en esa rampa 😉
Nosotros fuimos en octubre y, aunque no hacía mucho frío, tampoco hacía calor para hacer el desayuno o cualquier comida en el exterior. Los apartamentos disponen de mesas en el exterior para pasar un rato agradable al fresco en verano. Al ir con peques, recomendamos los apartamentos de la planta inferior, ya que la mesa exterior está situada en un patio, sin alturas.
Te podía dar más detalles de nuestra estancia, pero creo que con esto ya te has hecho una idea de que volveremos. Y ese es el mejor indicador de que algo es bueno: la intención de repetir.
¡¡Gracias Virginia por ayudar a que la estancia fuera aún más agradable!!
¿Qué te parecen los Alojamientos La Aldaba?
¿A que son ideales para ir en familia?