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Visitar un bunker de la Guerra Civil puede dar mucho juego

Cuando piensas en un bunker, te parece de todo menos divertido. Por poco que conozcas de historia, para todos un bunker está asociado a guerras, a bandos, armas, muertes,… muchas cosas en la que preferimos no pensar. De hecho, aunque sé que en Madrid están realizado visitas a ciertas zonas en las que existen restos de la Guerra Civil, nunca me ha llamado la atención acudir. La Guerra Civil ha marcado mucho a algunas familias, y es algo duro todavía para alguna de ellas. Si alguien se centra en la función y el momento en que fue construido este bunker, y sigue teniendo presentes determinados sentimientos, puede no gustarle este post  y el uso que le dimos.

 

Estoy convencida de que los niños nos ayudan a sacar lo bonito incluso de lo feo. Nos ayudan a centrarnos en el presente y disfrutar de lo que tenemos. Y a veces todo el mundo necesitamos disfrutar del momento simplemente, sin que nuestra cabeza esté inundada de tantas cosas feas que ocurren en el día a día.

 

Las ideas asociadas a un bunker están ahí, forman parte de la historia que has leído y que te han contado. Cuál ha sido mi sorpresa al descubrir que ese bunker puede servir para pasar un buen rato en familia. En la actualidad este bunker no tiene la función para la que fue construido. Y ojalá nunca tenga que volver a tener esa función ni haya que construir lugares así u otro tipo de edificios militares actuales.

 

Nuestra visita a este búnker no fue algo planificado. Ni siquiera sabíamos que existía ese lugar. En nuestra visita a Ávila, nos alojamos en un pueblo llamado Navalagamella, que es uno de los municipios de Sierra Oeste de Madrid, pegando con Ávila. Ya te contaré más del alojamiento, porque merece un post enterito. ¡Precioso! Y muy muy acogedor.

 

Nuestro objetivo principal en esos días era visitar el castañar del Tiemblo, uno de esos caprichos que todo viajero tenemos, y del que ya te hablé en un post anterior (si quieres conocer todo de este bonito bosque, pincha en este enlace).

 

En el camino de Navalagamella al castañar de El Tiemblo, y en otras visitas que hicimos por la zona, en la carretera vimos una edificación con formas circulares hecha de hormigón. En principio, una construcción fea, llamativa por estar situada en mitad de la nada, y tener esas formas redonda tan bien definidas.

 

Fotografía: Maribel Sobrino

 

Antes de dejar la zona, tenía claro que teníamos que acercarnos. Había que ver de cerca qué era esa construcción y si podíamos acceder a ella. Sólo en una ocasión vimos a un par de personas dando una vuelta por la zona, pero nada más.

 

Volviendo de Robledo de Chavela, que se encuentra muy cerca, convencí a mis chicos que seguro que este era un lugar ideal para curiosear, y estirar las piernas, antes de emprender el camino para casa. No sin quejas, terminamos buscando la entrada a esta explanada 😉

 

Al llegar, había otro coche en la explanada cercana, así que supusimos que éramos dos familias visitantes en “esa cosa rara”, que olía a que tenía que ver con alguna guerra. Siendo esa zona, sonaba a guerra civil. Pero fuimos a investigar más.

 

Y nos encontramos con esta construcción, que recibe el nombre de Blockhouse 13.

 

Fotografía: Maribel Sobrino

 

En la zona más cercana a la carretera, encontrarás un cartel con algo de información del lugar. Aparte de esto, nada más. Es un lugar abierto para visitar, pero no hay nadie que te reciba. La visita es libre. El acceso no es ni para carritos ni para silla de ruedas, ni para personas con movilidad reducida. Desde el principio tienes un cartel que indica que entras en el lugar bajo tu responsabilidad, y que existen desniveles que pueden dar lugar a resbalones y caídas.

 

El acceso si no tienes dificultades de movilidad es fácil. A mi peque de casi 2 años, había que ayudarle, no sólo en la entradas, sino en las escaleras. Pero los demás entramos sin problema. Agachando la cabeza al entrar, eso sí ;).

 

¿Qué es lo que hace que este búnker se convierta en algo

divertido divertidísimo si vas con peques?

 

Cuando entras, te parece una edificación en la que caminas en círculos, desde la que puedes asomarte al exterior por los ventanucos que existen en las partes circulares. No te parece que exista nada más. Cuando llegas a la zona central, algo escondido, verás un ventanuco arriba desde donde accedes a la parte superior. Podrás acceder desde aquí o por unas escaleras desde fuera.

 

Fotografía: Maribel Sobrino

 

¿Te imaginas lo primero que viene a la mente de una niña cuando ve este bunker sólo con otra familia y sin mayores peligros? Pues sí, has acertado: ¡jugar al pilla – pilla! Y parece ser que el lugar invita al juego porque la otra familia tenía a las dos peques y al padre sin parar de buscarse 😉

 

A los mayores se nos olvidó que estábamos en un bunker, que había sido usado en la guerra, y simplemente nos dejamos llevar por el espíritu infantil y por el juego.

 

¿No es una maravilla el poder que tiene el juego?

 

Ojalá nos dejáramos llevar más por el juego en más momentos de nuestra vida.

 

 
 

Algo de historia del Blockhouse 13

 

 

Por si te interesa la historia de este lugar, te copio parte de lo que indica en el cartel explicativo de este bunker. Reconozco que me cuesta mucho pensar en el momento que tuvieron que vivir tantas y tantas personas durante la Guerra Civil española.

 

Parece que en el proyecto inicial se contemplaba construir 22 fortines tipo blockhouse, siguiendo el modelo de la arquitectura militar utilizada en la Primera Guerra Mundial. De esos 22 fortines, sólo se llegó a construir este blockhouse en Colmenar del Arroyo.

 

En este enlace tienes más información sobre este Blockhouse número 13.

 
 

¿Qué te ha parecido nuestro plan de hoy?

 

¡Vivan los planes improvisados!

 
 
 
 
 
 

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