En casa todo lo que tenga cosas brillantes y purpurina triunfa. Y esto, muy a mi pesar, que aunque el resultado sea estupendo, en el proceso se consigue “abrillantar” el suelo de la casa , y manos y cara de todos los que intervienen… Pero en algún momento hay que ceder y permitir que el brillo entre en casa.
En este caso, el brillo cayó dentro de una botella, porque decidimos hacer botellas sensoriales. Algunos sabréis perfectamente lo que son botellas sensoriales y otros no, así que lo cuento para los que no sepáis. ¿Te acuerdas cuando eras peque y tu madre o tu abuela en una botella vacía metía garbanzos y los movía y construía un instrumento musical? Pues eso es una botella sensorial. En este caso estimulaba fundamentalmente el sentido del oído. Puedes estimular todos los sentidos creando diferentes tipos de botellas sensoriales. Emi, más conocida en las redes como Mamá OriEnta te cuenta en su post más sobre las botellas sensoriales y cómo construir otros tipos de botellas.
Como te digo, la nuestra fue con brillante. El peque entonces tenía meses y la mayor tenía 7 años. Me pareció una buena opción para que la mayor creara y jugara y el pequeño tuviera un juguetito nuevo, construido por su hermana.
Los materiales son estos que veis en la foto:
Materiales necesarios:
- Botellas transparentes. Yo cogí unas que cogí en el chino para alguna manualidad y que había olvidado para qué, cosas de una madre acumuladora 😉
- Gomina (de la que tengáis por casa que no uséis o una baratilla).
- Brillantina, estrellas, o cualquier cosa que tengáis que brille, esto será parte de la estimulación.
- Colorante alimentario (útil para un montón de creaciones).
- Agua caliente.
Primer paso
Echa la gomina en el fondo de la botella. No hay una medida exacta, nosotras echamos unos 2 o 3 dedos.
Segundo Paso
Echa la brillantina o lo que creas que cuadra bien. Mi peque echó también más cosas para experimentar. Echó algo que pesaba (garbanzos) y algo que no pesaba (plumas) para probar qué pasaba en la masa que se creaba gracias a la gomina.
Tercer Paso
Echa el colorante alimentario que elijas. A nosotras nos pareció estupendo echar el color azul, por aquello que fuera parecido al azul del mar, y porque nos llamó más la atención, pero tú decides. En realidad, el colorante se echa ahora, pero más tarde también podrás echar más cantidad o añadir otro color.
Cuarto Paso
Añade el agua caliente hasta rellenar la botella. Recuerda dejar un espacio en la boquilla de la botella para que después puedas mover el agua de arriba a abajo.
Quinto Paso
Cierra bien el tapón. Cuando quien va a usar la botella es un bebé, conviene sellar la botella con silicona caliente.
¡¡Y aquí tienes el resultado!!
Una manualidad muy resultona, llena de brillo y de color, que a tu peque le encantará agitar y mover lentamente de arriba a abajo.
En nuestro caso gustó más a la mayor que al pequeño. Y al final ha sido una de las cosas que ha tenido en la habitación durante bastante tiempo y cogía de vez en cuando. Pero a la vez le hizo sentir muy bien poder crearlo con sus propias manos.
¿Qué te parece?
¿Conocías las botellas sensoriales?
Si has creado alguna, no te cortes y cuentánoslo.
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