Llevaba años queriendo conocer el castillo de Loarre. Es uno de esos sitios que estaba en mi lista mental de “Ir por lo menos una vez en la vida”. Seguro que tú también tienes alguna lista mental de ese estilo. En mi lista hay muchos más castillos que visitar. Desde que tengo conciencia, me he sentido atraída por ellos y por la historia que cuentan sus piedras.
Este año fuimos a pasar unos días a Huesca, a la zona de Formigal y, de vuelta a casa, hicimos noche cerca de Loarre, para disfrutar tranquilamente de la visita al castillo. Ya te contaré el lugar donde nos alojamos, porque merece la pena conocer y compartir alojamientos chulos y diferentes.

Contenido
La visita
Visitar ciertos lugares con niños puede ser complicado, y un castillo puede ser difícil. Tiempos de espera, ritmo diferente pequeños y mayores, cada uno quiere ver una cosa, los niños a veces se “enganchan” y no quieren moverse de una determinada estancia por más que los mayores les expliquemos que ya se ha terminado o que hay que avanzar,…
El castillo de Loarre lo disfrutamos todos muchísimo, precisamente porque eliminamos algunas de estas barreras. Te voy a ir contando cómo organizamos nuestra visita para eliminar esas dificultades, y espero que disfrutes nuestra experiencia tanto como nosotros.
La visita se puede realizar de manera libre o hacer una visita guiada en las horas estipuladas. Seguro que la visita guiada es estupenda y aprendes muchísimo de la historia del castillo, pero por muy simpática y amena que el guía quiera hacer la charla, el ritmo es demasiado lento para los niños. Si además vas con bebés o con niños muy pequeños, se complican aún más los tiempos. Lo que para nosotros puede ser muy interesante, puede que ellos ni siquiera hayan puesto la antena para conectar. Por eso nosotros cogimos la visita libre, como hacemos habitualmente. En esta visita dudamos, fundamentalmente por mi capricho con el castillo, pero finalmente ganó nuestra realidad familiar: pequeña de 8 años “movida” y enano de menos de 2 años descubriendo el mundo…

Y así iniciamos una visita donde cada uno disfrutó con los detalles del castillo que más le llamaron la atención, y además lo hizo desde su forma de vivir la experiencia. Porque niños y mayores, y personalidades diferentes, experimentamos cada realidad que vivimos de una forma distinta. Y un castillo da muchísimas oportunidades para disfrutarlo de diferentes maneras.
Primer plato fuerte del castillo: Su situación
El castillo de Loarre lo encontrarás, como muchos otros castillos, en lo más alto de una montaña. Desde allí podrás sentirte como el rey o la reina del mundo.
¡Impresionante! ¿Quién no disfruta con estas vistas?
Mientras yo veía la línea del horizonte y la inmensidad del castillo comparado con lo pequeño que se veía todo, mi hija veía que los huertos a lo lejos ocupaban más superficie que la laguna que veíamos al fondo. Ya ves que cada uno enfoca su vista hacia lo que le llama la atención.

Segundo plato fuerte:
No tienes a nadie detrás de ti “vigilándote” y supervisando la visita
Como te decía arriba, puedes elegir entre visita libre o guiada. Al elegir la visita libre, puedes tardar el tiempo que quieras en cada una de las salas, no tener miedo a que los niños rompan algo porque no hay cosas sueltas delicadas, las alturas de las barandillas son lo suficientemente altas como para no tener miedo de que un peque se suba y se caiga,… Vamos, uno de esos sitios donde las familias nos relajamos y disfrutamos de la experiencia, sin estar en tensión por posibles riesgos.
Hay que tener en cuenta que en la subida a la torre hay escaleras, que hay que subir con cuidado. Son fáciles pero, por supuesto, tienen que ser supervisadas por los adultos.
Gracias a esta libertad percibida por todos, mi hija se sentó en una silla que estaba colocada en la Iglesia de San Pedro, en el interior del castillo. Me quedé maravillada viendo cómo disfrutaba de los detalles de la iglesia románica…
¿No te encanta cuando ves que tus hijos pierden la mirada en un monumento,
en un edificio, en plena naturaleza,…?
Es una sensación mágica.

Tercer plato fuerte: no hay aglomeraciones
Una de las cosas de las que huimos en general en nuestra familia es de las aglomeraciones. Creo que esa es una de las razones por las que preferimos los pueblos y la naturaleza. Pero además en la etapa en la que viajas con bebés y, sobre todo, con niños que realizan sus primeras andanzas, se hace aún más complicado transitar por sitios muy llenos.
En el castillo de Loarre encontramos un pequeño paraíso en ese aspecto. Que el pequeño se entretiene cogiendo las piedras del suelo, puede hacerlo. La decoración del suelo cambió después de que él pasara por allí, porque no hubo piedra del suelo que no cambiara de lugar 😉
Que la mayor decide que la mejor manera de vivir el castillo es siendo la guía para la familia y haciendo el pino en todas las dependencias, como su sello de que ella ha estado allí, sin problemas, puede hacerlo.
Que la mamá hace 50 fotos a una ventana porque la luz que entra por ella, le parece mágica, puede hacerlo. Y además buscar fotos sin tener que esperar a que haya menos gente, puede hacerlo.
El papá también se dio sus ratos, si te lo preguntas 😉

Ya sabes que no me gusta descubrir todos y cada uno de los detalles del plan que te cuento porque quitaría la magia del auto descubrimiento.
Pero, eso sí, te invito a visitar el castillo con ojos de niños, dejándote seducir por su belleza y dándote tiempo a saborear a tu manera sus rincones, así cada uno vivirá la experiencia a su manera.

¿Te gusta descubrir castillos junto a tus peques?
¿Qué castillo es el que os ha gustado más?
Dónde dormir

Buscando un alojamiento cercano al castillo de Loarre, encontramos el Hotel Mirador de las Grullas. Este singular alojamiento es un mirador estupendo de una laguna donde podrás observar a las grullas. En época de verano esa laguna no suele llevar apenas agua. Pero en primavera es un bonito espectáculo.
Tienes casas individuales para parejas y/o familias, construidas de manera original y con muchos elementos artesanales. Tanto el desayuno como la cena es excepcional. Cenamos viendo el atardecer, lo que fue una maravilla para los sentidos.
APPS ASOCIADAS: En la visita que hicimos no conocía esta App, pero después de echarla un vistazo, está claro que mi hija mayor hubiera disfrutado mucho con ella, y seguro que habría aprendido mucho de la zona. Como es fácil que los niños se enganchen con las tablets y móviles y no se fijen en lo de alrededor, yo hubiera sugerido que viera la app después de recorrer el castillo. Pinchando la foto te lleva al enlace de descarga por si te apetece llevar la app contigo.